Hace unas semanas, aprovechando el día de Todos los Santos, hice una escapada con la familia a Burgos y a los yacimientos de Atapuerca. Cada vez que viajo me sorprendo de cuantas cosas me quedan aún por descubrir en nuestro espeso país.
En un rato de descanso (cosa rara en estos viajes-relámpago) tuve tiempo de tomar unas notas en mi habitual cuaderno de dibujo sobre el Arco (o Puerta) de Santa maría, que da acceso a la plaza de la catedral de Burgos. El arco es bonito, pero lo que más me llamó la atención es la magnitud que tomaba al compararlo con el tamaño de las personas que pasaban a su lado. Todo en la vida, absolutamente todo, requiere tener una escala con la que medirlo ya que de lo contrario carecería de valor ...o le daríamos demasiado.